viernes, 27 de agosto de 2010

PSICO-CIBERNÉTICA. Capítulo VI


Capítulo Sexto

Quédese en estado lánguido y deje que el mecanismo del éxito trabaje para usted.


La palabra TENSIÓN ha llegado a ser popular, recientemente en nuestro lenguaje cotidiano. Incluso llamamos a nuestros la época de la tensión. Las preocupaciones, la ansiedad, el insomnio y las úlceras del estómago, hemos llegado a aceptarlas como parte del mundo en que vivimos.
No obstante, estoy perfectamente convencido de que ello no tendría por qué ser de ese modo.
Podríamos aliviarnos de una vasta serie de cuidados, ansiedades y preocupaciones, solamente con proponernos reconocer la simple verdad de que nuestro Creador nos ha suministrado amplias provisiones para que podamos vivir felizmente, en ésta o en cualquier otra época, y que nos dotó de un mecanismo de creación.
La dificultad consiste en que ignoramos las peculiaridades del mecanismo de creación y tratamos de hacer todo y de solucionar nuestros problemas sólo mediante el pensamiento consciente o la “ideación antecerebral”.
Podríamos comparar el “antecerebro” al “operador” de un cerebro electrónico o a cualquier otro tipo de servomecanismo. Es precisamente con el antecerebro como pensamos en “YO” y percibimos nuestro sentido de la identidad. Es también con el antecerebro con el que ejercitamos la imaginación y nos proponemos los objetivos a perseguir. Empleamos al antecerebro para reunir información, para hacer observaciones, para estimar los datos que se nos suministra y para formar nuestros juicios.
Mas el antecerebro no puede crear. Tampoco puede “hacer” la tarea que debe ser hecha, lo mismo que el operador de un cerebro electrónico tampoco puede “hacer” el trabajo de la máquina de que se halla encargado “hacer” funcionar.
La tarea del antecerebro consiste en proponer los problemas y en identificarlos; pero, por su propia naturaleza, no fue diseñado para solucionarlos.


No sea demasiado escrupuloso

Sin embargo, es precisamente lo que el hombre moderno trata de hacer: solucionar todos sus problemas por medio del pensamiento consciente.
Jesús mismo nos dijo que el hombre no podrá añadir ni una sola pulgada de su estatura con sólo “ponerse a pensar”. El doctor Weiner nos dice que el hombre no puede, inclusive, ejecutar una operación tan simple como lo es la de recoger un cigarrillo de una mesa por medio del pensamiento consciente o de la “voluntad”.
A causa de que el hombre moderno depende casi exclusivamente de su antecerebro, se ha hecho demasiado cuidadoso, se ha llenado de ansiedad y se ha convertido en un ser demasiado lleno de temores con respecto a los “resultados”, y el consejo de Jesús de “no pensar en el futuro”, y de San Pablo de “No cuidarse de nada”, son tenidos hoy como solemnes tonterías carentes de sentido práctico.
No obstante, este es precisamente el consejo que William James, decano de los psicólogos americanos, nos dio hace algunos años. En su pequeño ensayo “El evangelio del descanso” –The Gospel of Relaxation-, nos decía que el hombre moderno se halla en un estado de constante tensión nerviosa y cerebral, que se interesa demasiado por los resultados de cuanto emprende, demasiado lleno de ansiedad (esto lo decía en el año 1899), y que existía un modo de vida más fácil y mucho mejor que éste el de preocuparse excesivamente acerca de todo. “Se deseamos que nuestras series de ideaciones y voliciones sean numerosas, diversas y efectivas, tendremos que forjarnos el hábito de liberarlas de las influencias inhibidoras de la reflexión continua sobre las mismas y de las egoísticas preocupaciones acerca de sus resultados. Tal hábito, lo mismo que otros hábitos, puede ser formado. La prudencia, la duda y los juicios introspectivos, las emociones de ambición y de ansiedad tienen, naturalmente, que desempeñar una parte necesaria en nuestras vidas. Mas trate de confinarlas, tanto como le sea posible, a las circunstancias y las ocasiones en que usted ha de tomar resoluciones de carácter general y decidir con respecto a sus planes de campaña, y trate, desde luego, de apartarse de los detalles particulares. Cuando llega el momento de decidir algo, y la ejecución se halla en el orden del día, descarte en absoluto toda clase de responsabilidades y de preocupaciones acerca del resultado a obtener. Destape, para decirlo con pocas palabras, su maquinaria práctica e intelectual y déjela funcionar libremente y, entonces, el servicio que ésta ha de rendirle será doblemente satisfactorio. (Willian James, On Vital Reserves, Henry Holt and Co., Inc., New York).


La Victoria mediante la rendición

Luego, en sus famosas Conferencias de Gifford, James cita ejemplo tras ejemplo de diversas que trataron, con resultados totalmente insatisfactorios, de liberarse de las ansiedades, las preocupaciones, los complejos de inferioridad, sentimientos de culpabilidad, etc., mediante tremendos esfuerzos conscientes, sólo para hallar que al final obtuvieron el éxito cuando abandonaron la lucha consciente y cesaron de intentar solucionar sus propios problemas mediante el pensamiento consciente. “En estas circustancias –dijo James- el medio para conseguir la felicidad y el éxito, como se ha testimoniado al través de innumerables narraciones personales auténticas es el de… la rendición… la pasividad, no por la actividad sino mediante la relajación de las tensiones, y no por la intensidad de la atención; esa no sería actualmente la regla. Abandone los sentimientos de culpabilidad, resigne la preocupación de su destino en las altas potencias, hágase genuinamente indiferente con respecto a lo que será de todo ello… Sólo trate de proporcionar un descanso a su ser convulsivo y hallará que un Ser mayor está siempre allí. Los resultados, lentos o repentinos –grandes o pequeños- del optimismo combinado a la expectación, los fenómenos regenerativos que siguen al abandono del esfuerzo, quedan siempre registrados como hechos contundentes de la naturaleza humana”. (Willian James, The Varieties of Religious Experience, New York, Longmans, Green and Company).


El secreto del pensamiento creador y de la acción creadora

Prueba el hecho de que cuanto hemos dicho es absolutamente cierto, las diversas experiencias que podemos observar al estudiar las vidas de los escritores, inventores y otras clases de personas dedicadas a trabajos de creación. Todos ellos nos dicen, de manera invariable, que las ideas creadoras no son elaboradas conscientemente por el antecerebro pensante, sino que surgen de manera automática, espentáneamente, algo así como el rayo de una nube, en el instante mismo en el que la mente consciente se aleja del problema y piensa en cualquier otra cosa. Estas ideas creadoras no surgen por casualidad, sino que tienen como origen el pensar conscientemente acerca del problema de que se trata. Todo evidencia que para llegar a la conclusión de percibir una “idea inspiradora” o un “rayo de luz”, es necesario, en primer lugar, que la persona se halle intensamente interesada en la solución de un problema particular o en obtener una respuesta también particular. Debe pensar conscientemente acerca del problema que le interesa, reunir toda la información que pueda sobre el sujeto y tomar en consideración los posibles procesos que ha de seguir la acción. Lo más importante de todo, sin embargo, consiste en que debe tener un ardiente deseo de solucionar el problema. Mas, antes de definir la ecuación, ve en su imaginación el resultado final deseado; debe también asegurarse de todas las informaciones y hechos que pueda. Luego, la lucha adicional –así como la preocupación acerca del problema- no sólo no ayuda, sino que parece contribuir a mantener oculta la solución.
El célebre científico francés, Mr. Fehr, dice que en realidad todas las buenas ideas le acuden al cerebro en el momento en que no está ocupado activamente con un problema determinado, y que la mayor parte de los inventos y descubrimientos de sus contemporáneos fueron hechos cuando éstos se hallaban lejos de sus bancas de trabajo, por así decirlo.
Es suficientemente conocido el hecho de que cuando Thomas A. Edison se sentía turbado por un problema solía acostarse y echarse una pequeña siesta.
Charles Darwin nos relata cómo le vino repentinamente un deslumbramiento intuitivo, luego que durante algunos meses su pensamiento consciente había fracasado en proporcionarle las ideas que necesitaba para su “Origen de las Especies”. Dijo así “Puedo recordar el verdadero punto de mi camino, cuando me hallaba en mi carruaje, y, para mi mayor alegría, se me ocurrió la solución”.
Lennox Riley Lohr, anterior presidente de la “Nacional Broadcasting Company”, escribió cierta vez un artículo en el que relataba cómo se le había ocurrido sus pricipales ideas respecto a los negocios: “Encuentro que las ideas acuden principalmente cuando uno se halla haciendo algo que mantiene la mente alerta sin presionar demasiado sobre ella. Afeitándose, conduciendo un automóvil, o pescando o cazando, por ejemplo. O quizá, también, entreteniéndose con un amigo en una conversación estimulante. Algunas de mis mejores ideas acudieron a  mi mente gracias a la información recogida de manera casual y sin ninguna relación con la clase de mi trabajo”. (“Anyone Can Be and Idea Man,” the American Magazine, marzo, 1940).
C. G. Suits, Jefe de Investigaciones de la General Electric, decía que casi todos los descubrimientos de los Laboratorios de Investigación solían presentarse como golpes durante los lapsos de descanso luego de un periodo de intensa actividad del pensamiento y de recolección de hechos.
Bertrand Russell dijo: “He hallado, por ejemplo, que si tengo que escribir sobre algún tópico que presenta serias dificultades, el mejor plan consiste en pensar acerca del mismo con gran intensidad –la mayor intensidad de que soy capaz- por unas cuantas horas o días y, al final de ese periodo, dar órdenes, por así decirlo, de que el trabajo continúe su proceso ‘subterráneamente’. Transcurridos algunos meses retorno conscientemente al tópico y hallo que el trabajo ha sido hecho. Antes de que hubiese descubierto esta técnica solía gastar meses preocupándome en vano por no haber logrado progresos sensibles. Llegué a la solución de que no adelantaría nada preocupándome y, aunque gaste ahora los mismos meses, puedo dedicarme, por lo menos, a otros asuntos”. (Bertrand Russell, The Conquest of Happiness, New York, Liveright Publishing Corporation).



Usted es un “trabajador creador”

El error que solemos cometer es creer que este proceso de “celebración inconsciente” se halla reservado a los escritores, inventores y a otros “trabajadores dedicados a actividades creadoras”. Todos nosotros trabajamos en actividades creadoras, ya seamos amas de casa que trabajamos en la cocina, maestros de escuela, estudiantes, agentes viajeros u hombres de negocios. Todos poseemos el mismo “mecanismo del éxito” dentro de nosotros y éste trabaja en la solución de nuestros problemas personales, dirigiendo un negocio o vendiendo mercancías lo mismo que en la redacción de la novela o en el proceso de un invento. Bertrand Russell recomendó que el mismo método que él empleaba en sus escritos podía ser empleado por sus lectores en la solución de sus problemas personales mundanos. El Dr. J. B. Rhine, de la Universidad de Duke, ha dicho que se inclina a pensar que lo que llamamos genio es un mero proceso mental: el modo natural con el que trabaja la mente humana para solucionar cualquier problema, pero al que equívocamente aplicamos el término de “genio” sólo cuando el proceso se emplea para escribir un libro o para pintar un cuadro.


El secreto de la conducta y de la capacidad “naturales”

El mecanismo del éxito que posee usted puede trabajar de la misma forma para gestar “la acción creadora” que para producir la “ideación creadora”. La capacidad y habilidad, en cualquier manifestación que se presente, ya sea con respecto a los deportes, tocando el piano, en la conversación o en cuanto respecta a la venta de mercancías, no consiste en la elaboración penosa y consciente del pensamiento, sino en la laxitud y en dejar que la tarea se ejecute por sí misma a través de usted. La ejecución creadora es espontánea y natural, opuesta, por lo tanto, a los estudiado y autoconsciente. El pianista más competente del mundo nunca podría ejecutar una simple composición si trata de pensar conscientemente con qué dedo debe golpear a cada tecla determinada mientras está tocando. Ha impreso, con prioridad, su pensamiento consciente a la materia, mientras estudiaba y practicaba, hasta lograr que la acción se convirtiera en automática y habitual. No fue capaz de convertirse en un habilidoso ejecutante, sino hasta el momento en que alcanzó el punto en que podía cesar en su esfuerzo consciente y llevar el hábito de tocar hasta el mecanismo del hábito inconsciente, el cual es parte del mecanismo del éxito.


No atiborre su maquinaria creadora

El esfuerzo consciente cohibe y atiborra el mecanismo automático de la creación. La razón de que algunas personas se presenten como cohibidas y desmañadas en los medios sociales, consiste en que éstas se hallan demasiado conscientes de sí mismas y sienten excesiva ansiedad por hacer todo a la perfección. Hállanse penosamente conscientes de cada movimiento que hacen. Elaboran mentalmente cada una de sus acciones. Calculan el efecto que ha de producir cada una de las palabras que hablan. Cuando nos referimos a esas personas las llamamos “inhibidas”, y realmente son así, pero sería más apropiado decir que no son “inhibidas”, sino que “han inhibido” su propio mecanismo de creación. Si estas personas pudiesen cesar de “intentar”, de no preocuparse y no prestar atención a su conducta, podrían “actuar” de manera creadora y espontánea, y ser ellas mismas.


CINCO REGLAS PARA LOGRAR LA LIBERACIÓN DE SU MAQUINA CREADORA

1. Preocúpese antes de comenzar la apuesta, no después que las ruedas hayan comenzado a girar.

Estoy en deuda con un ejecutivo de cierta empresa comercial, cuya debilidad era la ruleta. La deuda se refiere a la expresión con que titulo este apartado, la cual “actuaba como si fuera mágica” con respecto a la ayuda que le prestó al señor de que hablamos en lo que concierne a la superación de sus preocupaciones, y, al mismo tiempo, en lo que respecta a una actuación más creadora y exitosa de su personalidad. Yo le había citado el consejo de William James, que mencioné anteriormente, el cual decía que el efecto de las emociones de ansiedad tienen su lugar propio en el planteamiento y decisión del proceso de una acción, pero que: “Una vez que se ha tomado la decisión, y la ejecución se halla a la orden, se deben descartar en absoluto todas las responsabilidades y preocupaciones acerca del resultado. Se debe abrir la maquinaria intelectual y práctica –para decirlo en pocas palabras-, y dejarla funcionar libremente”.
Algunas semanas más tarde, este paciente entró como una tromba en mi consultorio con un entusiasmo sobre su “descubrimiento” igual al del escolar que ha encontrado su primer amor. “Me deslumbró repentinamente –me dijo-, durante una visita a Las Vegas. ¡Lo he probado y funciona!”
“¿Qué es lo que le ha deslumbrado y funciona?” –le pregunté.
“Ese consejo de William James. En realidad, no me hizo mucha impresión cuando usted me lo dijo, mas, cuando me hallaba jugando a la ruleta, vino de súbito a mi memoria. Advertí que algunas personas parecían no preocuparse en absoluto antes de hacer sus apuestas. Aparentemente, los números no significaban nada para ellos, pero una vez que la rueda comenzaba a girar, se quedaban como pasmadas comenzando a preocuparse se saldría o no el número a que habían hecho sus apuestas. ¡Qué tontería!, pensé. Si quieren preocuparse, o interesarse o imaginarse los números, el tiempo de hacer eso es ‘antes’ de decidirse a colocar las apuestas. Podrían hacer algo mejor si pensasen acerca de ello. Podrían imaginarse las mejores apuestas posibles o decidir no arriesgarse en absoluto. Pero luego que las apuestas han sido colocadas y la rueda comienza a girar, deberían relajar sus tensiones y gozar de ello, pensando que no les va a hacer ningún bien la pérdida de energías.
“Luego, comencé a pensar que yo mismo había estado haciendo exactamente la misma cosa en cuanto respecta a los negocios de mi vida personal. Tomé con frecuencia decisiones, o me embarqué en algunas empresas, durante el mismo proceso de la acción, sin la preparación adecuada y sin considerar todos los riesgos que se mezclaban en ella, los cuales me impedían seleccionar las mejores alternativas posibles. Mas luego que había puesto en movimiento las ruedas, para decirlo así, solía preocuparme constantemente acerca de cómo iría a salir todo ello, en si había hecho la cosa correcta o no. Decidí, en ese mismo momento, que en el futuro tomaría en cuenta todas mis preocupaciones antes de hacer la decisión, y que, después de haberme decidido y haber puesto las ruedas en movimiento, descartaría en absoluto todas las responsabilidades e inquietudes acerca del resultado. Créase o no, esta nueva determinación mía funciona. No sólo me siento mejor, duermo más plácidamente y trabajo con mayor agrado, sino que también mis negocios funcionan de manera más halagüeña.
“También descubrí que funciona el mismo principio de varios modos en diversas circunstancias personales. Por ejemplo, yo solía preocuparme y encolerizarme cuando tenía que ir al dentista o hacer otras tareas desagradables. Entonces me dije: ‘Esto es estúpido. Tú sabes que el desagrado se produce antes de que te decidas a ir. Si la sensación de disgusto no vale la pena de lo que voy a obtener, es mejor que no vaya. Mas si la decisión es que el viaje te va a costar un pequeño desagrado, y te decides a ir de todas maneras, entonces procura olvidarte de ello. Considera el riesgo antes que las ruedas comiencen a funcionar’. También solía preocuparme en la noche de víspera en que tenía que pronunciar un discurso en la dirección de la empresa. Luego, me dije: ‘Voy a pronunciar el discurso o no lo voy a hacer. Si la decisión es que debo pronunciarlo, entonces no hay necesidad de considerar que no lo voy a hacer o tratar de rehuir mentalmente al compromiso. He descubierto que mucho del nerviosismo y la ansiedad es producida por el intento de escapar o rehuir mentalmente de algo que se ha decidido hacer en realidad. Si se ha decidido a hacer la cosa en la realidad –y no rehuirla físicamente-, ¿por qué, entonces mantener mentalmente la esperanza de escapar de ella?’ Solía, además, detestar las reuniones sociales y sólo concurría a ellas para complacer a mi esposa o por razones de carácter comercial. Yo iba, pero mentalmente resistía el ir y con frecuencia solía mostrarme un tanto rudo y poco comunicativo. Luego decidí que si tenía que ir físicamente, debería también acudir a ellas de una manera mental y desechar todas las ideas de resistencia. Anoche no sólo concurrí a lo que anteriormente solía llamar una estúpida reunión social, sino que también me sorprendí de hallarme completamente divertido”.

2.                      Fórmese el hábito de reaccionar conscientemente al momento presente.

Practique conscientemente el hábito de “no tener ideas de ansiedad para el día de mañana”, prestando toda su atención al momento presente. Su mecanismo de creación no puede funcionar o trabajar mañana, sólo puede funcionar en el presente, o sea hoy. Hágase grandes planes para mañana, pero no intente vivir en el mañana o en el pasado. Vivir creadoramente significa responder y reaccionar al ambiente con espontaneidad. Su mecanismo creador puede responder al ambiente presente, con toda propiedad y éxito, sólo en el caso de que preste su total atención a éste y le proporcione la información que concierne al respecto de lo que ahora está aconteciendo. Planee todo lo que quiera para el futuro. Prepárese también para ello. Pero no se preocupe con respecto a cómo habrá de reaccionar mañana o incluso cinco minutos más tarde que ahora. Su mecanismo creador reaccionará apropiadamente en la hora actual. Este no puede reaccionar con éxito con respecto a lo que puede acontecer, sino a lo que está aconteciendo.


Viva dentro de los límites del día

El Dr. William Osler decía que este simple hábito, que se puede formar como cualquier otro hábito, constituía el solo secreto de su éxito y felicidad en la vida. Vivan sus vidas dentro de “los límites del día”, solía aconsejar a sus alumnos. No miren ni adelante ni hacia atrás mas allá del ciclo de las veinticuatro horas. Viva hoy lo mejor que pueda. Al vivir hoy bien, usted hace lo más que le es posible, dentro de su capacidad, para forjarse una vida mejor en el mañana. Si no ha leído el excelente, aunque pequeño ensayo de este autor A Way of Life –“Un modo de Vida”-, en el cual describe las ventajas que se obtienen al contraer el hábito mencionado, procure leerlo lo más pronto que pueda. (William Osler, A Way of Life, Harper & Brothers, New York).
William James, al comentar esta misma filosofía con el principio cardinal de la psicología y la religión para curar las preocupaciones, decía: “Se contaba respecto a Santa Catalina de Génova, que ella sólo tomaba conocimiento de las cosas cuando se le presentaban en sucesión, momento por momento. Para su santa alma, el momento divino, era el momento presente… y cuando el momento presente era estimado en sí mismo y en sus relaciones, y cuando el deber que le era inherente estaba cumplido, se le permitía alejarse  como si nunca hubiera existido, para dar lugar a enfrentarse con los deberes del momento que le había de seguir”.
Los “Alcohólicos anónimos” emplean el mismo principio cuando dicen: “No intente cesar de beber para siempre, diga solamente: No beberé hoy”.


¡Deténgase, mire y oiga!

La práctica se hace más consciente mediante la observación del ambiente presente. ¡Cuantas veces las visiones los sonidos y los olores están presentes ahora mismo en su ambiente y, sin embargo, usted no se da cuenta de ello!
Practique conscientemente el mirar y el escuchar. Póngase alerta para percibir los objetos. ¿Cuánto tiempo hace que usted sintió realmente el pavimento que existe debajo de sus pies mientras caminaba? Los indios americanos y los pioneros tenían que permanecer alerta a las visiones y a los sonidos y sentirse en su ambiente con el objeto de sobrevivir. Eso mismo hace el hombre moderno, pero por diferentes razones, no a causa de peligros físicos, sino con el objeto de prevenir “desórdenes de tipo nervioso” que se producen a causa de “ideaciones confusas”, por el fracaso en cuanto respecta a la consecución de un modo de vida espontáneo y creador, y en responder al ambiente con propiedad.
El lograr hacerse más cauto con respecto a lo que está aconteciendo ahora, y el tratar de reaccionar sólo a lo que está aconteciendo en el instante, produce resultados casi mágicos en cuanto concierne a la curación de “heridas morales”. La próxima vez que sienta que se está poniendo tenso o nervioso, trate de dominarse y decirse: “¿Qué pasa aquí y ahora, y cómo he de reaccionar a ello? ¿Podré hacer algo acerca de esto?” La mayoría de los estados nerviosos intensos se producen por tratar de hacer algo involuntariamente, algo que no puede ser hecho aquí y ahora. Usted es impulsado a una “acción” y a un “hacer” para los que no hay lugar.
Mantenga siempre en su mente la idea de que la tarea de su mecanismo creador consiste en responder con propiedad al ambiente presente, aquí y ahora. Muchas veces, si usted no se detiene a pensar acerca de esto, continuará reaccionando automáticamente a algún ambiente del pasado. No reaccionamos, entonces, con respecto al momento presente y a la situación también presente, sino a algún acontecimiento similar de un pasado más o menos cercano. Para decirlo con pocas palabras, no reaccionamos a la realidad, sino a la ficción. El reconocimiento completo de este principio y la comprensión de lo que usted está haciendo puede, con frecuencia, conducirle a una cura asombrosamente rápida.


No luche contra los “hombres de paja” o los “fantasmas” de su pasado

Por ejemplo, cierto paciente mío padecía ansiedad al asistir a las juntas comerciales, a los teatros, la iglesia o a cualquier otro lugar en donde se celebraban reuniones formales. “Grupos de gente” era la sensación común-denominadora que le producía esos estados de ansiedad a que nos hemos referido. Sin comprenderlo bien, el sujeto trataba de reaccionar a algún acontecimiento de su pasado cuando “los grupos de gente” constituyeron un factor importante para sus alteraciones nerviosas. Recordaba que cuando era niño y estudiaba en la escuela elemental se orinó cierta vez en los pantalones y un cruel maestro de escuela le llamó al estrado y le humilló delante de toda la clase. El pobre niño reaccionó con sentimientos de humillación y de vergüenza. Bien; un factor más en la situación: los “grupos de gente” le hacían reaccionar lo mismo que en la situación del pasado. Cuando era capaz de ver que se estaba comportando como si fuera un escolar de diez años, como si toda reunión constituyera una clase de escuela elemental y como si cada jefe de grupo fuera un cruel maestro de escuela, su ansiedad desaparecía de inmediato.
Otros ejemplos típicos los forman las mujeres que reaccionan ante cada hombre que encuentran como si éste fuera algún hombre individual de su pasado; también es un ejemplo característico del tema que tratamos el que constituye el hombre que reacciona ante cada persona investida de autoridad como si “ésta” fuera algún individuo que hubiese ejercido imperio y dominio sobre él en anteriores momentos de su vida.

3.                      Trate de hacer sólo una cosa a la vez

Otra causa de confusión, con los correspondientes resultantes sentimientos de nerviosidad, prisa y ansiedad, la constituye el absurdo hábito de intentar hace muchas cosas de una sola vez. El estudiante que estudia y mira a la televisión simultáneamente; el hombre de negocios que en vez de concentrarse sólo en el texto de la carta está dictando ahora, piensa, con simultaneidad, en todas las cosas que debería hacer hoy o quizás esta semana, e inconscientemente intenta hacerlas, en forma imaginativa, de una sola vez. El hábito se muestra particularmente engañoso a causa de que raramente se le reconoce por lo que es en sí mismo. Cuando nos sentimos preocupados o angustiados al pensar en la gran cantidad de trabajo que nos aguarda, los sentimientos de ansiedad no son producidos por el trabajo, sino por nuestra actitud mental, que es: “Debería ser capaz de hacer todo eso en seguida”. Nos ponemos nerviosos porque tratamos de hacer lo imposible, y, por lo tanto, hacemos inevitable la futilidad y la frustración. La verdad es que sólo podemos dedicarnos a un asunto en un tiempo determinado. El creerlo y el estar convencidos de esta simple y obvia verdad, nos capacita a que cesemos mentalmente de tratar de hacer las cosas “futuras” y a concentrar todas nuestras capacidades de previsión y todos nuestros sentimientos de responsabilidad en la cosa determinada a que ahora estamos dedicados. Cuando trabajamos teniendo en cuenta esta actitud, estamos descansados y nos hallamos libres de los sentimientos de apresuramiento y de ansiedad, y somos capaces, entonces, de concentrarnos y pensar en lo que más nos conviene.


La lección del reloj de arena

En 1944, el Dr, James Gordon Gilkey pronunció un sermón titulado “Obtenga el equilibrio emocional”, el cual, al reimprimirse en el Reader’s Digest, logró convertirse en una obra clásica apenas en el transcurso de una semana. El autor halló, a través de muchos años de consejos y de observaciones, que una de las principales causas de la postración nerviosa, de las preocupaciones y de todas las clases de problemas personales, la constituye el mal hábito mental de sentirse como si se estuvieran haciendo muchas cosas al mismo tiempo. Al mirar el reloj de arena de su despacho tuvo una inspiración: lo mismo que un solo grano de arena puede pasar, en un instante determinado, a través de la garganta de la ampolleta, así el individuo podrá hacer una sola cosa en un lapso dado. No es, precisamente, la tarea, sino el modo en que insistimos en pensar con respecto a la tarea lo que nos causa las dificultades.
La mayor parte de nosotros nos sentimos con prisa y celeridad, dice el doctor Gilkey, a causa de que nos formamos un cuadro mental falso de nuestros deberes, obligaciones y responsabilidades. Parece haber encima de nosotros un montón de cosas que nos presionan en un momento determinado; un montón de cosas diversas que hacer; una docena de diferentes problemas que solucionar; una docena de tensiones que soportar. No importa lo veloz y presurosa que pueda ser nuestra existencia, decía el doctor Gilkey, este cuadro mental es completamente falso. Inclusive en el día más ocupado y en las horas de mayor recargo de trabajo, siempre tendremos un momento sobrante; no importa con cuántos problemas, tareas o presiones tengamos que enfrentarnos, siempre nos llegarán éstos en una fila simple, el cual es el único modo con que pueden presentarse. Para obtener un cuadro mental verdadero, el doctor Gilkey sugería que nos fijásemos en la manera en que caían en el reloj los granos de arena: uno a uno. Este cuadro mental nos traerá el equilibrio emotivo, lo mismo que el cuadro mental falso habrá de conducirnos a la turbación emocional.
Otro instrumento similar, en el que he hallado un formidable auxilio para el tratamiento de mis pacientes, consiste en decirles: “Su mecanismo del éxito puede ayudarle a hacer cualquier trabajo, a ejecutar cualquier tarea o a solucionar un problema cualquiera. Piense usted mismo como si estuviera ‘alimentando’ con tareas y problemas su mecanismo del éxito, exactamente igual que el científico alimenta con problemas un cerebro electrónico. El seleccionador de su mecanismo de éxito podrá manejar una sola tarea en un tiempo determinado. Lo mismo que un cerebro electrónico no puede suministrar la respuesta correcta si se le mezclan tres problemas distintos y se le alimenta en ellos al mismo tiempo, tampoco podrá hacerlo su mecanismo de éxito. Deseche toda clase de presiones. Cese de intentar introducir en la maquinaria, de una sola vez, más de una tarea”.

4.                      Procure pensar el problema en el lapso anterior al sueño

Si han estado luchando con un problema durante todo el día sin hacer ningún provecho aparente, procure desecharlo de su pensamiento y deje la decisión hasta que logre encontrar la circunstancia de “dormir sobre el mismo”. Recuerde que su mecanismo de creación funciona mejor cuando no existen excesos de interferencia en su “Yo” consciente. Durante el sueño, el mecanismo de creación tiene una oportunidad ideal para funcionar con autonomía respecto a la interferencia consciente si usted ha puesto las ruedas en marcha con la prioridad oportuna.
¿Recuerda el hermoso cuento acerca de el zapatero y los duendes? El zapatero halló que si cortaba el cuero y dejaba preparados los modelos antes de retirarse, llegaban los pequeños duendes y hacían el resto del trabajo, dejando los zapatos dispuestos y juntos mientras él estaba durmiendo.
Muchos individuos que se dedican a actividades directamente creadoras emplearon una técnica muy similar a la descrita. Mrs. Thomas A. Edison –la esposa de Edison- ha dicho que cada tarde se marido dejaba en mente las cosas que esperaba hacer en el siguiente día. A veces solía dejar dispuesta una lista de las tareas que quería ejecutar y de los problemas que deseaba resolver.
Se informa que Sir Walter Scott solía decirse a sí mismo en el momento en que las ideas no le acudían a la mente: “No importa; lo haré a las siete de la mañana, mañana mismo”.
V. Bechterev señalaba: “Solía acontecerme que cuando me hallaba en la noche pensando en algún sujeto al cual le había dado forma poética, entonces, a la mañana siguiente, sólo tenía que coger la pluma y las palabras fluían con espontaneidad; solamente tenía que pulirlas algo más tarde”.
Las bien conocidas “siestecillas” de Edison constituían algo de mucha más importancia que un simple respiro de la fatiga. Joseph Rossman dice así, en Psicología de la Invención: “Cuando algo le dejaba estupefacto, solía estirarse en su taller, y, medio adormecido aún, procuraba obtener alguna idea de su mente somnolienta que le ayudase a salir de la dificultad”.
J.B. Priestly de Canterbury ha dicho: “Las ideas decisivas se forman detrás de las escenas; raramente sé cuándo ello tiene lugar… es seguro que la mayor parte de ello es durante el sueño. Henry Ward Beecher, en cierta época, pronunciaba un sermón diario durante dieciocho meses. ¿Cuál fue su método? Solía tener “incubándolas” una serie de ideas, y cada noche, antes de acostarse, seleccionaba una de estas ideas y “la agitaba” pensando intensamente acerca de ella. A la mañana siguiente, ya estaba dispuesto para pronunciar el sermón.
El descubrimiento de Kekule, durante el sueño, con respecto al secreto de la molécula de la benzina; el descubrimiento del ganador del Premio Nóbel, Otto Loewi’s (que existen actividades químicas en la acción de los nervios); y los “Duendes”, de Robert Louis Stevenson, de los que solía decir que le proporcionaban las ideas más fructuosas mientras dormía, constituyen asuntos bien conocidos. Mucho menos afamado es el hecho de que no pocos hombres de negocios emplean la misma técnica. Por ejemplo, Henry Cobbs, el cual empezó su negocio a principios de 1930 con un billete de diez dólares y ahora opera pedidos por valor de muchos millones de dólares en North Miami, Florida, tiene siempre una libreta de notas en su mesita de noche con el objeto de apuntar las ideas creadoras una vez que ha despertado.
Vic Pocker llegó al país desde su Hungría natal sin ningún dinero en el bolsillo y sin saber hablar inglés. Consiguió un empleo de soldador, iba por las noches a aprender inglés y se puso a ahorrar la mayor parte del dinero que ganaba, pero perdió todos sus ahorros en el período de la depresión. No obstante, no le decayó el ánimo, y, en 1932, abría un pequeño taller de soldadura al que llamó “Steel Fabricators”. Hoy este pequeño negocio ha crecido hasta convertirse en una firma que produce un millón de dólares. “Descubrí que uno tiene que hacer sus propios negocios –dice-. Algunas veces en mis sueños obtuve ciertas ideas con respecto a los problemas del pulimiento y, en esos instantes, solía despertarme excitadísimo. Más de una vez me he levantado a las dos de la madrugada y he ido al taller para ver si la idea se pondría elaborar”.

5.                      Libérese de tensiones nerviosas mientras trabaja.

Ejercicio práctico: En el Capítulo Cuatro hemos explicado la manera de obtener la relajación física y mental mientras se descansa. Continúe practicando a diario la relajación y usted se hará poco a poco más eficiente. Mientras tanto, usted podrá obtener algo de esa sensación de descanso y de actitud aliviadora de tensiones cuando acuda a sus labores diarias; pero, para ello es necesario que se forme un hábito de rememorar mentalmente esa bella sensación de descanso que usted ha logrado inspirarse poco a poco. Deténgase ocasionalmente durante el día; sólo necesitará que se tome un momento para recordar en todos sus detalles las sensaciones del proceso de la relajación de las tensiones. Recuerde cómo se sienten sus brazos, piernas, espalda, garganta, rostro, etc. Procure a veces formarse un cuadro mental en el que se vea extendido sobre la cama o sentado con abandono en un sillón. Todo ello le ayudará a evocar las sensaciones de descanso. Procure, además, repetirse mentalmente algunas veces: “Me siento más y más descansado”, eso también la ayudará a la obtención del mismo fin. Practique esto durante varias veces al día, procurando recordarlo todo con fidelidad. Usted quedará sorprendido al observar el modo con que todos estos ejercicios contribuyen a reducirle la fatiga y el grado sumo con que han de ayudarle a sortear y conducir toda clase de situaciones. Mediante el descanso y la observación de actitudes relajadas de tensiones, usted extirpará todos esos estados excesivos de inquietud, de tensión y angustia que interfieren el funcionamiento eficiente de su mecanismo de creación. Cuando su actitud de relajamiento llegue a convertirse en hábito, ya no necesitará usted volver a repetir conscientemente todo este proceso descrito.

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